A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
No soy yo,
querido Pepe, quien pueda hacer tu mejor semblanza; tus compañeros de la HOAC
ya la han hecho y a ella remito a quienes quieran conocerte un poco más: http://hoacmurcia.es/pepe-tornel/
Pero sí
querría añadir dos pinceladas: Una, para referirme a cómo te nos has escapado y
cómo nos has facilitado esa fuga. Cuando estos días nos acercábamos a ti, al
pie de tu cama o bajo la parra de tu patio, y nos proponíamos disimular sentir
lo que podía ser una despedida, nos hemos encontrado al Pepe de siempre,
aferrado a la vida y dándonos ánimos para continuar en la lucha y permanecer en
los proyectos en los que estamos embarcados, algunos durante décadas; lograbas
que saliéramos con el alma esponjada después de ese baño de alegría y
animosidad en que conseguías convertir nuestra visita. Y cuando aterrizábamos
en el inevitable tema de la enfermedad que desde este verano se ha cebado en tu
cuerpo, nos ofrecías un nuevo baño de sagaz actitud: “estoy viviendo uno de los
más hermosos momentos de mi existencia”, nos decías, haciendo referencia a la
sensación de paz, de aceptación, de descubrimiento de nuevas dimensiones y de
autoconocimiento que estabas experimentando. La retórica expresión de “triunfo
sobre la muerte” enmarcada en ámbitos de fe o de filosofía, la he visto que en
ti hecha realidad. ¿De qué otra cosa puede tratarse?
Me cabe el
honor de haber podido abrazarte la víspera de este tránsito, tras leerte el
último artículo de nuestro común amigo Joaquín Sánchez. Gracias, Pepe, por
habernos hecho si no fácil, al menos liviano este momento.
Y, como
compañero de brega en la Plataforma Pro-Soterramiento, tú has sido la cara
inteligente pero amable de nuestra vieja reivindicación. Contigo hemos
construido ese espacio de lucha reivindicativa en que todos caben,
independiente de ideologías y de partidos, de credos y de tendencias. Algunos
hemos puesto nuestro tesón y nuestra alma en ese empeño, pero tú has añadido la
afabilidad, la cordialidad y una humanidad que ha acercado posturas sin dejar
la firmeza ni la sana osadía, consiguiendo en esa singladura tejer verdaderos
lazos de amistad, en ocasiones, con quienes estaban al otro lado de la mesa; sin
olvidar tu habilidad para conducir la negociación hacia un inteligente enfoque
en el que provocar el compromiso inesperado del contrario.
Nos has dejado
físicamente, pero tu espíritu sigue entre nosotros y con ello será más fácil
superar los momentos de desánimo que a veces sufrimos en colectivos como el
nuestro en el que no existe ni la disciplina del partido, ni el sostén de las
creencias que alimenta a instituciones religiosas, ni la estructura orgánica de
una ONG; sólo el compromiso por la defensa del interés general de nuestros
barrios frente a la terquedad manifiesta de unos gobiernos que, alejados de la
realidad social, abusan de la autoridad de la que son depositarios, reprimen
derechos sociales, malgastan los recursos públicos, desoyen a la ciudadanía, se
corrompen…, hasta que cuatro año más tarde nos llaman a depositar una papeleta
fabricada bajos los intereses exclusivos de los partidos políticos.
En este
compromiso vamos a seguir contando con tu ejemplo, sabedores que sigues entre
nosotros.
A quienes nos
cabe el honor de haber sido amigos tuyos sabemos en qué consiste la verdadera
amistad, construida desde la aceptación total del otro sin discusión alguna, al
margen de toda condición social, de credo, de raza o de ideología; potenciando
las habilidades o valores del otro por nimios que sean. Pero esto sería tema de
muy largo recorrido; para nosotros queda, los que hemos disfrutado de tu
amistad, los ratos de tertulia bajo la parra de tu patio y las
conversaciones “tratando de arreglar el
mundo”. Bendito seas, Pepe; encantado de haberte conocido.
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